Soy de la generación que se crió leyendo libros, en una casa donde abundaban, yendo a la Biblioteca Popular Mariano Moreno de Bernal para consultar, orgulloso producto de la educación pública en sus tres niveles. Me recibí en los 70 en la Universidad Nacional de La Plata como profesora en Lengua y Literatura inglesa. No eran tiempos de fotocopias y mucho menos de Internet. Atesoré las obras de los más destacados poetas, ensayistas, novelistas, cuentistas y dramaturgos norteamericanos e ingleses. Cientos de bellos libros llenaron estantes y estantes. Un buen día pensé: ¿por qué no devolverle a la Facultad de Humanidades parte de lo mucho que me dio, donando mis libros en inglés a su biblioteca para que los actuales estudiantes del profesorado y traductorado los disfruten? Son caros, difíciles de conseguir, y yo no los volveré a leer. ¿Qué sentido tiene que junten polvo en mi estudio si pueden volver a la vida en manos de jóvenes lectores? Les ahorro un trabajo a mis hijos cuando yo pase a otro plano.
Me contacté con el Departamento de Lenguas Modernas de la facultad y su secretaria, muy diligente, vino a buscarlos. “¿No te da lástima desprenderte de estas joyitas?”, me preguntó. “¡Claro que sí!, pero más pena me da que nadie los disfrute y los aproveche”. Me permito sugerir que quien lea estas líneas, me imite y haga circular sus libros en escuelas, universidades, bibliotecas populares, para que niños y jóvenes descubran que no hay nada comparable con el libro en papel, esas cajas de Pandora que desarrollan nuestra imaginación, enriquecen nuestro vocabulario y nos abren las puertas de par en par a fascinantes universos desconocidos.
Irene Bianchi [email protected]
Después de escuchar las discusiones sobre la posibilidad de vender los “dólares del colchón” para la compra de bienes y servicios, quisiera que alguien me explique qué diferencia hay entre ese vendedor de dólares ahorrados (por la inseguridad económica del país) y una cueva financiera y/o un arbolito de la calle Florida. Estos dos exponentes de la economía argentina, durante el cepo y con prohibición total de vender dólares, operaban libremente a la vista de todo el mundo y sin pagar impuestos. Nunca vi ni oí que alguno haya terminado preso.
Ricardo Blaksley Bazterrica [email protected]
Te comento amigo que, a medida que haya más elecciones, cada vez menos personas irán a votar. Y además pienso que hay una gran cantidad de políticos que intuyen que pasará esto. Entonces en cualquier momento, como ya ocurre en muchos países, las elecciones dejarán de ser obligatorias. ¿Vos te creés que ellos no saben que van por el camino de los intereses personales, mientras que la gente camina por las penurias de la vereda de enfrente? Este gobierno va aumentando su caudal de aceptación porque ha sabido en alguna medida cuidarle el bolsillo a una clase media baja. Que siempre al fin de cuentas es la que más rezonga, porque atesora una cultura que aún no ha sido exterminada. Y para el resto, sabemos que los que ostentan muchísimo poder adquisitivo, les importa un bledo lo que ocurra con la economía. Ya que viven más en el exterior que en la Argentina. Y además sus riquezas están muy a salvo, porque la tienen en propiedades, en bancos y hasta en paraísos fiscales lejos de este tembladeral vitalicio. Y para los de abajo de todo, el fútbol y la comida en las escuelas públicas para sus hijos es lo más eficaz. Por cuanto querido amigo, pienso que este resumen de lacerante realidad, lamentablemente desde mi óptica es bastante correcto.
Felipe Demauro [email protected]
A muchos de los que queremos que al presidente Javier Milei le vaya bien -y reconocemos el éxito de su gestión en la lucha contra la inflación y el proceso de desregulación en marcha-, nos preocupan algunas de sus actitudes que no contribuyen a recuperar la perdida confianza en las instituciones y en el país. Desde el inútil discurso del odio, las violentas descalificaciones e insultos a políticos, periodistas y economistas porque piensan diferente, la insistente postulación del devaluado juez Ariel Lijo, los confusos episodios del caso $LIBRA, el manipulado fracaso de Ficha Limpia, hasta el delito de suplantación de identidad digital de Mauricio Macri, producido y distribuido el sábado pasado por sus asesores, son algunos de los síntomas de una preocupante tendencia que no contribuye a generar confianza en potenciales inversores, necesarios para que la economía vuelva a crecer generando puestos de trabajo formales para disminuir la pobreza.
Ricardo E. Frías [email protected]