miércoles, mayo 21, 2025

La muerte de Nino Benvenuti: el derechazo de Carlos Monzón fue al boxeo lo que el gol de Maradona a Inglaterra fue al fútbol

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El derechazo de Carlos Monzón a Nino Benvenuti es al boxeo lo que fue el gol de Maradona a los ingleses en el fútbol. Un ícono. Un mito. Mito era Benvenuti para los italianos y Monzón lo fue para los argentinos después de aquel piñazo hasta su dramático final en 1970.

Nadie creía en Monzón. Nadie lo despidió en Ezeiza cuando viajó a Roma junto a Amílcar Brusa, su entrenador, y el promotor Tito Lectoure. Por entonces Benvenuti era un símbolo para los italianos. En Estados Unidos no había buenos boxeadores entre los medianos y cuando le ganó el título mundial a Emile Griffith el interés por la categoría se trasladó a Europa. Tenían un gran campeón. Carismático, pintón, casi un playboy y siempre tentado para convertirse en actor. Benvenuti no tenía mucha idea de quién era Monzón, aquella ‘escopeta santafesina’, flaco y alto, que ganaba por demolición.

La pelea se vio en Argentina por televisión pero también fue transmitida por radio. Hernán Santos Nicolini, con apenas 22 años, compró los derechos y fue con Osvaldo Caffarelli como relator y Horacio García Blanco de comentarista. Relataban un round cada uno.

A Nicolini le tocó el decisivo, el histórico, el que desató una fiebre en Buenos Aires no sólo entre los aficionados al boxeo. Había nacido un ídolo. Y lo fue Monzón durante su 14 defensas de las que sólo tres fueron en el Luna Park. Hubo revancha y fue otra paliza.

“Es invencible”, dijo alguna vez Benvenuti sobre Monzón.

Mantuvieron una relación lejana y respetuosa. Aquel siempre lo valoró como boxeador y cuando Monzón terminó en la cárcel trató de apoyarlo. También lamentó su muerte.

Esa que ahora alcanzó al hombre que cayó en un rincón del Palazzetto dello Sport en Roma, noqueado. Desde entonces, fue socio de un mito, junto a Monzón.

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