viernes, mayo 23, 2025

La iglesia de El Eternauta y su propia historia de «resistencia»: el secreto detrás del templo donde se filmó la serie

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Profesor de arte dramático, director teatral y párroco, fue el padre Eduardo Graham quien abrió las puertas de la Parroquia San Pedro González Telmo a la producción de «El Eternauta», la serie de Netflix que en estos días es tendencia mundial. Graham no llegó a ver el éxito de esta mega producción argentina, porque falleció en noviembre.

Pero su gesto, al autorizar esta filmación, permitió que la parroquia -ubicada en Humberto Primo 340, Monumento Histórico Nacional desde 1943– se transforme en el plató de una de las escenas más épica y emotiva de la serie.

Una escena que remite en parte a la historia de esta iglesia, porque a principios del 1800 fue sede de una resistencia. En «El Eternauta» -adaptación de la novela gráfica que Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López publicaron entre 1957 y 1959- el lugar acoge a un grupo de supervivientes de la nieve mortal. Desde este lugar se monta una estrategia para distraer a los «invasores» y ayudar a quienes salen a la calle en la misión de cruzar de Provincia de Buenos Aires a Ciudad (hasta acá, sin spoilear demasiado).

Pero antes de conocer la historia de esta escenografía, hay que saber que la serie muestra dos construcciones como si fueran una: la fachada es de la parroquia San Isidro Labrador (de Saavedra); y el interior, terrazas y cúpulas, son espacios de la de San Telmo.

Como en San Isidro Labrador no obtuvieron permiso de ingreso, la producción llegó hasta una de las iglesias más antiguas de la Ciudad. Es la segunda que levantaron los jesuitas; la primera que construyeron fue la Iglesia y Claustro de San Ignacio de Loyola (entre los años 1710 y 1722).

La de San Telmo fue construida en diferentes etapas: la primera, la jesuítica, entre 1734 y 1752. «Para 1767 los jesuitas fueron expulsados de Buenos Aires, entonces los que continuaron y finalizaron la obra fueron los bethlemitas, por eso la parroquia se llama además Iglesia Nuestra Señora de Bethlem», explicó Patricia Pérez Estrada, quien acompañó a Clarín en la recorrida por la historia y por el interior de este edificio.

Casi cien años después, en 1858, el constructor italiano José Della Valle terminó la cúpula; y en 1876, el ingeniero, arquitecto y agrimensor Pedro Benoit proyectó las dos torres – campanario que dan al frente y que hoy constituyen parte de la identidad de la parroquia. Los rasgos coloniales que tenía la parroquia se perdieron entre los primeros años del 1900 y la década del 30, cuando se hicieron modificaciones neo coloniales.

La iluminación cenital, desde esa misma cúpula. Foto Guillermo Rodriguez AdamiLa iluminación cenital, desde esa misma cúpula. Foto Guillermo Rodriguez Adami

Las dos torres -de tres secciones- son de características únicas. Tienen 40 metros de altura, por este motivo impactan a la vista desde una calle angosta como es Humberto Primo. La parte inferior es de base cuadrada y la segunda y tercera sección son octogonales. Están adornadas con azulejos y estucos. Y entre las dos torres hay una imagen de San Pedro González Telmo; en la mano izquierda sostiene una nave, una embarcación, y en la derecha, una vela. Debajo la frase «Haec est domus domini»: «Esta es la casa del señor».

Hay una importante cúpula que se ubica en el corazón de la manzana, justo sobre el altar, pero que no se ve desde Humberto Primo; se puede ver una parte desde el otro lado de la manzana, sobre San Juan.

Cuenta Patricia que la filmación se llevó a cabo a mediados de 2023 y que la iglesia -cuyo párroco actual es Alejandro Pezet- estuvo cerrada casi diez días: «Las misas de fin de semana no se suspendieron. La producción desmontaba el set de filmación y montaba nuevamente las instalaciones de la iglesia, y así pudimos dar misa. Todo lo que se ve en la serie es utilería. Mucha gente nos preguntó cómo fue que dejamos que rompan los confesionarios. Un señor nos advirtió que se le habían cortado las manos a una virgen milagrosa. Nosotros en nuestra parroquia ni siquiera tenemos virgen milagrosa».

Efectivamente los confesionarios destrozados por los «invasores» son reproducciones realizadas por los carpinteros que trabajaron en la producción. Y prácticamente todos los espacios de la iglesia fueron participes de la filmación y se pueden ver en el capitulo 4: el atrio, vestíbulo, la nave central y las naves laterales y el altar. También se puede ver el órgano de la iglesia, ubicado sobre el atrio.

«Cuando la producción nos contacta, nosotros lo sentimos como un milagro porque estábamos reponiéndonos del golpe que nos dio la pandemia. Como todas las iglesias y parroquias, dependemos de la feligresía para sostener todas nuestras actividades. Todos los días damos de comer a 130 personas y una vez a la semana -a través de Caritas- entregamos bolsones de comida a 80 familias», contó Patricia. Esta acción solidaria no se interrumpió durante la filmación.

El campanario, los techos y las cúpulas, también se ven en este cuarto capítulo, que por otra parte es central en la serie. Pese al final dramático de este capitulo, todo lo que ocurre en el interior de la iglesia está teñido de un aura de mucha solidaridad, acompañamiento y empatía.

Los protagonistas llegan a un sitio «habitado» por los más pobres: «Los desclasados. Y se genera una mística muy emotiva. Porque más allá de lo triste y violento que es este capitulo, hay una comunión de todo ese grupo humano y se da en la iglesia. En un mundo tan individualista y cruel, muchas veces necesitamos estas situaciones extremas para reconocernos», evalúa Patricia. Una de las frases icónicas de la serie –«nadie se salva sólo»– se materializa en las escenas de este capitulo.

Dos veces en la historia esta iglesia fue sede de hechos que conforman la identidad de la Ciudad y del país: durante las invasiones inglesas de 1807, cuando se instaló un polvorín y el hospital de las tropas. De hecho se conserva una mesa de mármol que se utilizó como camilla de operaciones. El segundo evento de importancia fue durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871, cuando murieron más de 13.000 personas, casi el 8% de la población de ese momento.

Claudia Montelli es guía de turismo y todos los primeros sábados de mes organiza una visita por la iglesia. «San Telmo, en su origen, era un barrio periférico, alejado de lo que era la plaza mayor, o sea, Plaza de Mayo. La población quedaba aislada y las comunicaciones interrumpidas por lo que hoy se conoce como «El zanjón de Granados». Entonces una familia de este barrio -Don Ignacio Bustillo Cevallos y Ana Rabanal- realizan las peticiones ante los jesuitas y el Cabildo para pedir la construcción de una iglesia», relata a Clarín.

En esas épocas, las iglesias congregaban todos los usos comunitarios: nacimientos, matrimonio, defunciones, enterramiento, salud, educación. Por ese motivo toda la manzana era un gran complejo comunitario. «La casa chica», la llamaron los jesuitas.

La Sacristía conserva puertas, ventanal superior y muros originales; muros portantes que tienen más de un metro de ancho. Y en el interior de este lugar se encuentra una colección única: «Las Doce Sibilas de San Telmo».

Video

La iglesia de San Telmo que prenden fuego en El Eternauta

«Es una colección única en el mundo. Se trata de doce telas que representan a las sibilas Cumea, Helespóntica, Líbica, Cumana, Pérsica, Tiburtina, Frigia, Délfica, Rodia, Eritrea, Sambetea y Samia. Eran mujeres sabias con poderes de profecía. Tenían las capacidades de comunicar el mensaje divino», explicó Montelli.

Fueron restauradas por la Universidad de San Martín, que además hizo una investigación sobre su origen. Pero aún no pudo ser determinado. Las figuras femeninas tienen rasgos americanos, pero también europeos. Pudieron haber sido realizadas tanto en América como en Europa. Y no se encontraron registros de quien pudo haberlas incorporado a la Sacristía, si los jesuitas o quizá Ignacio Bustillo Cevallos y Ana Rabanal.

Visitas guiadas

La próxima visita se realizará el sábado 7 de junio a las 15.30. Con reserva (por Whatsapp 116043-2761). Tiene un costo de $ 12.000. La idea es hacer todo el recorrido por la iglesia, iniciando en el atrio, el museo, sacristía, templo y subir al vitral (también con un gran protagonismo en la serie). Y al final, en uno de los salones, compartir un té con masitas.

Así se ve la nave y el altar mayor de la iglesia, sin la producción para El Eternauta. Foto Guillermo Rodriguez AdamiAsí se ve la nave y el altar mayor de la iglesia, sin la producción para El Eternauta. Foto Guillermo Rodriguez Adami
La cúpula en el corazón de la manzana. No se alcanza a ver desde Humberto Primo, sino desde San Juan. Foto Guillermo Rodriguez AdamiLa cúpula en el corazón de la manzana. No se alcanza a ver desde Humberto Primo, sino desde San Juan. Foto Guillermo Rodriguez Adami
Los techos, el campanario, también parte de la filmación. 
Foto Guillermo Rodriguez AdamiLos techos, el campanario, también parte de la filmación.
Foto Guillermo Rodriguez Adami
Raúl Gigena, trabajador de la iglesia y también actor en la serie. Foto Guillermo Rodriguez AdamiRaúl Gigena, trabajador de la iglesia y también actor en la serie. Foto Guillermo Rodriguez Adami
El ingreso a la parroquia. Foto Guillermo Rodriguez AdamiEl ingreso a la parroquia. Foto Guillermo Rodriguez Adami
Una de las dos torres de la iglesia, junto a San Pedro González Telmo, dando la bienvenida al templo. Foto Guillermo Rodriguez AdamiUna de las dos torres de la iglesia, junto a San Pedro González Telmo, dando la bienvenida al templo. Foto Guillermo Rodriguez Adami
La mesa de operaciones que se utilizó informalmente para atender a heridos durante las invasiones inglesas. Foto Guillermo Rodriguez AdamiLa mesa de operaciones que se utilizó informalmente para atender a heridos durante las invasiones inglesas. Foto Guillermo Rodriguez Adami
Sibila Pérsica, una de las doce sibilas de la parroquia. Foto BA IglesiasSibila Pérsica, una de las doce sibilas de la parroquia. Foto BA Iglesias

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