El precio de una libra (0.454 kilogramos) de carne vacuna alcanzó a U$S 5.79 en el mercado norteamericano en marzo, un auge de 12.8% anual, el mayor en 7 décadas, lo que tornó prácticamente imposible el consumo de carne vacuna por los hogares de los trabajadores estadounidenses.
La situación fue todavía más aguda en los restaurantes norteamericanos, en los que un bife de carne de un novillo de calidad trepó a U$S 10.98/libra, que lo convirtió en un artículo de lujo para los estadounidenses promedio.
Atrás de este fenómeno se encuentra la mayor sequía de la historia del Oeste desde que se llevan registros. Por eso los rancheros de Texas y Nuevo México han reducido sistemáticamente sus rodeos, lo que ha provocado primero escasez, y luego carencia, sobre todo de terneros de 400 kg o más, lo que se siente nítidamente en los grandes frigoríficos de Chicago y Kansas.
Como era de prever también ha aumentado el precio de los seguros y los costos de la fuerza laboral; y esto a pesar de que el peso de los animales ha aumentado 30/50 kg o más, mientras se reducía el número de unidades, incluso en los “feedlot”.
Tyson Foods, la mayor empresa frigorífica de EE.UU, ha experimentado caídas de más de 20% en las ganancias del 2do trimestre.
La sequía norteamericana, especialmente en los estados del Oeste, es un hecho reconocido desde hace más de 30 años, pero recién ahora este dato estructural se ha convertido en la causa primordial del alza del precio de la carne.
Esto hace que el precio de la carne vacuna se haya convertido en una auténtica cuestión de Estado, sobre todo para la nueva administración de Trump que está especialmente preocupada en disminuir drásticamente el costo de la vida.
El resultado ha sido un vuelco de los hogares norteamericanos hacia el consumo de carnes alternativas, aviarias y porcinas en primer lugar, que son más baratas, aunque resulten ser de menor calidad nutritiva.
La combinación de sequía/aumento del precio de la carne/reducción de los rodeos ha perjudicado severamente la rentabilidad de los frigoríficos, al tiempo que ha beneficiado a los rancheros texanos en primer lugar.
Aun así, estos protagonistas históricos del negocio de la carne deben enfrentar un aumento sistemático del costo de los alimentos.
Esto hace que la ganadería norteamericana tienda a transformar su crisis en una circunstancia crónica, de la misma manera que la carencia de agua de los estados del Oeste se ha transformado en una nueva normalidad semejante a las del Norte de África o a los arenales de Arabia Saudita.
Los que más sufren con esta situación son los consumidores que deben evitar la ingesta de la principal fuente de proteínas que son las carnes vacunas; y esta situación favorece primordialmente a Brasil, convertido en el primer exportador mundial de carnes, tanto vacuna, como aviaria y porcina; y en estas condiciones es que la producción ganadera brasileña cubre un porcentaje cada vez mayor del principal mercado importador de carnes del mundo, que es el chino.
Hoy Brasil ha dejado atrás no sólo a sus competidores norteamericanos, sino también a los australianos, cuyo mayor puerto exportador de su ganadería históricamente extensiva es Darwin, el puerto de los Territorios del Norte, orientados hacia Asia y China.
Las ventas de carne vacuna brasileñas al mercado chino aumentaron 30% anual en el 1er trimestre de 2025, mientras que las importaciones de carnes aviarias por la República Popular treparon 19%, sólo en el mes de marzo.
China, en suma, ha optado estratégicamente por aumentar las compras alimentarias a Brasil abandonando las exportaciones norteamericanas, lo que significa que la producción ganadera brasileña se ha convertido en la gran ganadora de la puja global entre EE.UU y la República Popular.
Esto hace que los productores norteamericanos – “farmers y ranchers” por igual – apoyen fervorosamente un acuerdo entre EE.UU y China, que se ha negociado en la cumbre de Ginebra entre los dos países; y lo hacen guiados por el interés lucidamente comprendido de la prioridad que tiene el mercado de la República Popular para la producción ganadera norteamericana.